Queridos Reyes Magos, hace mucho tiempo que no les escribo. Desde aquel día, a mis nueve años, cuando una indiscreta vecina de Aldo Bonzi, donde vivía por entonces, comentó esas calumnias poniendo en duda la verdad que todos sabemos, que ustedes cada 6 de enero confirman esperanzas, ratifican ilusiones y cumplen deseos sin buscar nada más que eso. Dejé de escribirles por esto o por aquello y hoy, casi cinco décadas después, con la aparición de la estrella de Belén 800 años pasados de la última vez, los recuerdos de la infancia volvieron y me decidí.
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